domingo, 20 de septiembre de 2009

La Universidad los Ciudadanos (UdeC)




Oscar Reyes Matute

I.- De dónde
Hace como diez años, luego de graduarme en filosofía en la UCAB, mi tutor Massimo Desiato me invitó a trabajar en el Centro de Estudios Filosóficos, como profesor investigador en el área de teoría política: con su apoyo, iniciamos una investigación llamada “Proyecto Democracia”, que, supongo, aún debe estar vigente como línea investigativa en el campus de Montalbán.
El objetivo de ese proyecto no es nuevo, sino un clásico de la filosofía política: ¿por qué los sistemas políticos se corrompen? ¿Cómo evitar que se corrompan? O de manera un poco más modesta: ¿cómo contribuir a evitar su corrupción? Heródoto, Platón, Aristóteles, Polibio, Maquiavelo, Dewey, Robert Dahl, Norbert Lechner o Guillermo O’Donnell en buena medida han tratado de ofrecer recetas, fórmulas, alquimias, para contribuir a preservar lo que en cada época se haya entendido como “un buen gobierno”, sea una buena aristocracia, una buena monarquía o una buena democracia.
A finales del siglo XX, y a partir del nombre del proyecto, era obvio que se trataba de contribuir a investigar sobre teoría democrática, dando por sentado en ese momento –y aún hoy- que una buena democracia es el mejor sistema de gobierno que ha logrado la Humanidad, al menos hasta que encontremos uno mejor o hasta que –como dice Borges en “Utopía de un hombre que está cansado”- merezcamos ya no tener gobiernos.
¿Pudimos enseñar y educar para la democracia? Sí y no. Supongo que alguno que otro alumno de nuestro claustro pudo haberse sentido influenciado por los foros, papers, contenidos y eventos que el Proyecto Democracia desarrolló. Pero fuera del claustro creo que nuestra influencia fue mínima o nula. No logramos influenciar a grupos y sectores, que era parte de nuestra aspiración: no logramos conectarnos con la sociedad más allá de nuestros cómodos cubículos, aulas y auditorios, nuestros artículos o entrevistas ocasionales en los medios de comunicación. Es que nuestras universidades son entes que no entran fácilmente en relación con la sociedad política –digamos los partidos políticos, los sindicatos y gremios- ni con la sociedad civil –los barrios, las redes populares, la cuadra, la esquina, el club, la parroquia.
Sin embargo, las universidades son centros de producción de contenidos por excelencia, de manera que sería deseable el intercambio entre quienes producen conocimiento de punta, y quienes lo requieren con más ansia: el pueblo.
Por otra parte, los partidos suelen conectarse con las universidades con una obsoleta visión sectorial: son espacios a ganar en las elecciones de autoridades o de organizaciones estudiantiles como las Federaciones de Centros. En cuanto a los contenidos, los ven con recelo, pues aunque los desean, piensan que tales contenidos y sus autores compiten con ellos en el ágora mediática: un académico, un “ideólogo”, puede terminar desplazando a un dirigente de partido, porque tiene más “discurso”, porque “habla más bonito delante de las cámaras”. Así, el partido quiere utilizar los conocimientos de la academia, pero que ésta se subordine a la organización: que los intelectuales sean “funcionarios” del partido supeditados a disciplina y estructura, que se olviden de la libertad de cátedra y de pensamiento y que –preferiblemente- le regalen los contenidos al político para que éste se luzca en cámara. O para que les preparan documentos, artículos, congresos ideológicos, etc.
Algunos académicos sensibles suelen decirnos: “Carajo, si pudiéramos utilizar este vehículo de comunicación, de organización y agregación de intereses que son los partidos para diseminar las ideas que aquí se producen…” Pero debemos reconocer que más de un académico avispado quiere aprovecharse de los partidos para –sin querer queriendo y sin trabajar mucho ni patear cerros, barrios y zanjones, a punta de mediocracia y antipolítica- llegar a diputado, gobernador, y cuidado si hasta presidente. Conocemos esos casos, y los partidos no son tontos: pero parecería lógico que aquí debería haber una relación de mutuo provecho, de autolimitación de los excesivos intereses egoístas, digamos, como en un equilibrio de Nash, aunque no es fácil, como sugieren los llamados realistas políticos.
Al final, quien padece es la democracia y los ciudadanos, porque los dos sectores, que juntos pueden ser dinamita, no terminan de ponerse de acuerdo: se trata de un choque de egos. La academia sabe que tiene un valor agregado: los contenidos. Los partidos tienen su valor agregado: la organización. Pero el este trato entre uno y otro es traumático porque juegan al dilema del prisionero y ambos flaquean, desconfían, delatan al aliado, lo cual permite que los carceleros triunfen sin sudar mucho.
No creo que mi experiencia sea aislada: posiblemente muchos colegas académicos y compañeros de los partidos han pasado por situaciones semejantes: academia y partidos no logran encontrarse aunque se desean mutuamente.
Pero gracias a los avances tecnológicos los contenidos se han democratizado y no es imprescindible –aunque siempre es bueno- ir a un campus físico a investigar: el conocimiento se desplaza hacia la red de manera irreversible. Gracias a esa misma revolución, muchas de las antiguas funciones de los partidos políticos ahora han sido asumidas directamente por los ciudadanos a través de sus redes, sus ONG’s, sus asociaciones y grupos. Digamos, el conocimiento y los ciudadanos ahora se ubican en un alter espacio, en el cual pueden conectarse sin la mediación de los egos de a) la academia y sus scholars b) los partidos y sus dirigentes.
Habiendo experimentado en ambos espacios –la academia y los partidos- uno puede ubicarse sin embargo en este alter espacio fomentado por la civilización digital y pensar con otro sistema operativo, ya del siglo XXI, en el problema que afana a los pensadores políticos desde hace 3.000 años: ¿cómo contribuir a preservar una buena democracia? ¿Con estas nuevas herramientas se puede lograr el sueño de John Dewey, educar para la democracia? Nuestra respuesta es sí.

II.- Cómo
Hace un año, durante la inauguración del nuevo mercado de Chacao, el entonces candidato y actual alcalde Emilio Graterón y yo nos tropezamos. José Antonio Alvarado, concejal y amigo, me había comentado que Emilio tenía el sueño de crear una universidad para los ciudadanos. El sueño de John Dewey se mezcló con el mío propio y el del alcalde. Le dije: ¿Por qué no creamos la Universidad de los Ciudadanos en Chacao? Lo cual aceptó. Le pregunté si le molestaba que comenzáramos con un working paper sobre el asunto y también aceptó. Ya para diciembre habíamos desarrollado ideas sobre el concepto de universidades populares, y entrevistamos largamente a Emilio, para fortalecer el proyecto con el aporte de la máxima autoridad del municipio. Ya para enero de este año, tuvimos un par de reuniones en la alcaldía, con notables y amigos, un brain storming destinado a terminar de limpiar el terreno para arrancar con el proyecto…
Vino la toma del viejo mercado de Chacao, lo urgente desplazó a lo importante y aunque varias veces me tropecé con Emilio y nos prometimos reencontrarnos para proseguir con aquel sueño, no hubo manera. Le escribí a José Antonio diciéndole que ya que la alcaldía no terminaba de destinar recursos –y no mostraba voluntad política- para arrancar el proyecto, pues yo buscaría recursos y amigos para arrancar, y que luego proseguiríamos juntos. Supongo que no me creyeron, y no los culpo.
A principios de Agosto, el ILDIS aceptó apoyarnos en un programa de formación para la Juventud de PODEMOS y algunos integrantes de la Juventud por la Democracia Social, analizando la constitución delo 99 como modelo de país. Le volví a escribir a José Antonio, y le comenté el evento: iba a salir con el apelativo de Universidad de los Ciudadanos. Le dije que si el alcalde se animaba podíamos conversar para intentar por última vez arrancar el proyecto juntos. Supongo que tampoco me creyeron. Y no los culpo.
Pero si uno procrea un hijo, creo que está en el deber de cuidarlo, protegerlo, alimentarlo, velar porque esté sano y educarlo: y si el niño termina llamándote papá, quien lo abandonó no tiene derecho a protestar.
Así que el 26 de Agosto se realizó el evento inaugural de la UdeC desde un hotel de la ciudad, y logramos que se conectaran más de 800 computadoras al debate, lo cual fue un verdadero éxito para nosotros. Creamos un blog, seguimos haciendo pruebas, y abrimos la inscripción a los amigos y el público en general. Cuál no sería nuestra gratísima sorpresa cuando nuestro primer inscrito –desde Cataluña- fue el mismísimo Massimo Desiato, quien desde un principio abrió foros, debates, con contenidos excelentes, como cabe esperar de nuestro admirado tutor. Fue justicia poética, quid pro quo.
Bueno, la UdeC ha creado cierta expectativa, y desde ya podemos anunciar que el 8 de Octubre vamos a tener un cine foro abierto desde 4 universidades con la película “La Ola”, del director alemán Dennis Gansel, basada en un hecho real: el experimento –exitoso y macabro- de recrear en una clase un régimen totalitario.
Carlos Delgado Flores –uno de los fundadores de la UdeC- junto con el CNP, YPIS, Redes por la Paz y la Fundación Anna Frank, son los organizadores del evento, cuyos debates se moderarán desde la UCAB, la UCV, la Unimet y la Santa María: uno de 8 am a 10 am y otro de 5 a 7 pm.
En un par de semanas, comenzarán los cursos de formación en democracia: el ILDIS ha preparado un programa de 152 horas, que empleará la plataforma de la UdeC para llegar hasta el hogar de cada venezolano que quiera verlo aquí y en cualquier otro lugar del mundo.
Massimo Desiato ha aceptado iniciar un curso desde Barcelona, que debe arrancar en dos semanas, una vez que hayamos resuelto algunos problemas técnicos.
Le hemos pedido al profesor Rodolfo Rico senior que nos apoye con un programa de formación en el cual él –como experto que es- analice la nueva Ley Orgánica de Educación artículo por artículo, para ponderar lo bueno y lo malo que pueda contener este instrumento legal.
Yo mismo estoy preparando dos lecturas semanales: la primera sobre teoría democrática (¿Qué cosa es eso que llamamos “la democracia”?) y la segundo un estudio comparativo entre el llamado Socialismo del Siglo XXI y La Democracia Social.
Ustedes pueden participar, no sólo siguiendo los cursos, sino sugiriendo otros, organizando grupos de estudio e incluso ofreciendo programas para que sean difundidos mediante nuestra plataforma tecnológica y nuestras redes de apoyo. Era un sueño, pero ahora podemos decir con responsabilidad: Claro que se puede.

III.- El concepto
La Universidad de los Ciudadanos (UdeC) ha sido creado por un deseo encarnado en un grupo de profesores, alumnos, comunicadores, pensadores, ciudadanos de a pie, ONG’s, partidos, movimientos, que se han alineado en un objetivo muy sencillo: educar para la democracia. ¿Se puede hacer algo así? John Dewey pensaba que sí, e hizo grandes esfuerzos para que en los programas de la educación básica norteamericana desde principios del siglo XX se introdujera la educación para la democracia. El maestro Prieto recogió esa idea y la trajo a Venezuela, para implementarla bajo el nombre de La Nueva Escuela. Fueron esos tiempos en que estudiábamos Formación Social Moral y Cívica a lo largo de la primaria y la secundaria.
Desechamos la Nueva Escuela y la educación para la democracia, los partidos ya no hicieron trabajo ideológico ni de formación política: le dejamos ese trabajo a los medios de comunicación y a los antipolíticos y ya vemos el resultado.
Pero este campus no es para llorar, no se puede recoger la leche derramada. En tu casa, en tu escuela, en tu grupo, en cualquier lugar del país o del mundo, siempre hay un espacio para educar para la democracia.
Puedes inscribirte en la UdeC en la siguiente dirección: http://universidadelosciudadanos.ning.com/
Allí hay ya algunos foros de discusión abiertos, y están colgadas las conferencias del evento del 26 de Agosto. Allí van a estar colgadas en un futuro todas las clases que se dicten en los programas de la UdeC. Podrás bajarlas, verlas, oírlas, pasárselas a tus amigos, usarlas para tus propios programas de formación en tu asociación de vecinos, consejo comunal, tu ONG, en tu edificio, con tu familia, en tu partido: el concepto que subyace es el de un movimiento de movimientos.
La UdeC va a transmitir en vivo sus programas de formación a través de su canal de televisión: puedes ir a la dirección antes mencionada y hacer click arriba, donde dice UdeCtv, y ver las clases cuando se transmitan. O puedes ir al link:
http://www.ustream.tv/channel/universidad-de-los-ciudadanos
Hasta aquí hemos contado una biografía en curso, e invitado a una serie de eventos que tienen que ver con la UdeC. Los conceptos están en desarrollo, entre otras razones porque el proyecto es demasiado joven y requiere cierto tiempo de praxis y teoría a la vez. Adicionalmente, porque el concepto de la democracia deliberativa requiere que una serie de ciudadanos –la mayor cantidad posible- delibere sobre determinado tema para ir conformándolo, contorneándolo: sin la participación de ustedes no podremos hacerlo.
Mucha gente está preocupada porque piensa que habrá patrullas dentro de las escuelas y los hogares para imponer un tipo de pensamiento con el que ellos no están de acuerdo y que no quieren para sus hijos. Nosotros les recordamos el llamado de Kennedy a su pueblo: ¿qué puedes hacer tú para ayudar a preservar la democracia venezolana? Nosotros hemos inventado este espacio para la educación democrática: ¿tú que estás haciendo?
Puedes invitarnos a entrar en tu computadora, en tu casa, en tu hogar, para contribuir a educar a tus hijos en, por y para la democracia.
Un par de citas nos pueden ayudar a ilustrar el ideario que –por ahora- se va configurando en la UdeC. Una proviene de la observación del movimiento estudiantil venezolano del año 2007:
“Hay un importante efecto político que aparece siempre –y esto es algo probable a largo plazo aunque menos duradero que todo lo demás- y se trata de un rasgo que todos los movimientos estudiantiles tienen en común: el descubrimiento del poder por parte de una nueva generación política…
De las muchas aclaraciones conceptuales ofrecidas por el trabajo de Hannah Arendt, de las cuales hablé en varios contextos el pasado Junio en Caracas, la que ella hizo entre poder y violencia es central en un momento revolucionario. Ella, a diferencia de la mayoría de los teóricos políticos, no veía la violencia como expresión del poder: el poderoso que impone su voluntad con violencia. Ella veía la violencia como aquello en lo que un régimen se convierte o a lo que recurre cuando está perdiendo poder o ha perdido el poder. Poder, sostenía ella, es lo que la gente gana cuando actúan juntos, cuando forman alianzas, cuando participan, cuando hablan juntos, discuten, debaten, votan, determinan lo que se debe hacer.
Los gobiernos republicanos o demócratas son electos por personas que han ganado poder y desean darle la confianza a un gobierno para continuar expresando sus voluntades compartidas.
Hannah Arendt no pensaba en la política como lo que es llevado a cabo por los gobiernos, como conducción, como soberanía: como el gobierno dirigiendo. La esencia de la política es la gente juntándose (como en este campus virtual, ego dixit) deliberando, actuando juntos, ganando poder. Vuestros estudiantes aprendieron esa lección: ellos tenían poder.”(1)
La otra proviene de Barack Obama:
“La unidad es la gran necesidad del momento, la gran necesidad del momento. No porque suene agradable o porque nos haga sentir bien, sino porque es la única manera de superar la carencia esencial que existe en este país. No estoy hablando de un déficit presupuestario. No estoy hablando de un déficit comercial. No estoy hablando de un déficit de ideas o de nuevos planes. Estoy hablando de un déficit moral. Estoy hablando sobre un déficit de empatía. Estoy hablando sobre una incapacidad de reconocernos los unos en los otros, de comprender que somos guardianes de nuestro hermano; somos el guardián de nuestra hermana, que … estamos todos atados juntos en una sola prenda del destino.” (2)
Con esto es suficiente. Por ahora. Vendrán luego ustedes. Vengan…

(1) Elisabeth Young-Bruehl, biógrafa y alumna de Hannah Arendt, en “El sentido de la política es la libertad”, texto ofrecido para el catálogo de la exposición sobre el movimiento estudiantil venezolano de Mayo de 2007 titulada: “Desde otro lugar: miradas al movimiento estudiantil CCS-2007”. Curadora: Carmen Alicia Di Pasquale, Centro Cultural Trasnocho, 21-10-08.

(2) Barack Obama, Iglesia Bautista Ebenezer en Atlanta, Georgia, 20 de Enero de 2008.

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