lunes, 13 de febrero de 2012

NUMBERS


NUMBERS



1.- Le dije a mis amigos que las primarias venezolanas iban a convocar, en un caso regular, 800.000 votantes, y en un buen caso 1.300.000.

2.- El padrón electoral venezolano es de 18.000.000 de electores. 1.800.000 es el 10% del electorado, y ese sería un número fabuloso: Zarkozy en Francia y Obama en USA fueron electos en sus respectivas primarias con apenas el 6% si no recuerdo mal. Claro, Venezuela está hiperpolitizada y es un caso muy singular.

3.- Son 7.000 máquinas de votación esta vez. En otras elecciones (AN, Presidenciales, primarias del PSUV) son 35.000. Esta vez en cada centro de votación se nucleaban otros 4, o sea que había 5 veces más electores en cada mesa que en las otras elecciones.

4.- El CNE ha logrado a lo largo de los años sacar un promedio del tiempo que cada elector se demora en votar (traten de recordar cuánto tiempo se tomaron en hacerlo) desde que entra a la sala, le revisan la cédula, revisa la opción en la máquina, marca, mete el papelito en la caja, mete el dedo en la tinta (opcional esta vez) y sale: ese tiempo es de 3 minutos. No contamos con los viejitos, los indecisos, los que se equivocan y retrasan el flujo, ni contamos con las demoras de las máquinas, etc.

5.- Supongamos que el centro de votación trabajó no las 8 horas pautadas sino incluso 9 porque estaba full. Vamos a obviar el hecho de que montones de centros abrieron tarde, porque el CNE se retrasó, porque los testigos se quedaron dormidos, por cualquier causa. Vamos a obviar las denuncias durante el día de retrasos en las mesas. Vamos a asumir la tesis de que eran muchedumbres en todos los centros (sobre todo en el 23 de Enero y Catia), y que votaban más rápido que el correcaminos.

9 horas son: 60 minutos x 9 = 540.

Si lo divides por 3 te da el número de votantes ideal por máquina (3 minutos cada votante): 540 entre tres = 180.

Multiplícalo por 7.000 = 1.260.000

6.- Si ese es el número real de votantes (muy cercano a lo que yo calculaba en un caso muy bueno para la oposición) permítanme decirles que es una cifra fabulosa para ser una elección primaria. Históricamente en todo el mundo, las primarias convocan siempre por debajo del 10% del electorado, más hacia el 5% y en un porcentaje abrumador por debajo de dicho 5%.

7.- Con una regla de tres sacamos el porcentaje: 18.000.000 = 100% / 1.260.000 = x / entonces x = 1.260.000 x 100 entre 18.000.000 = 7%

¡Son unos números fabulosos, para una política en serio!

8.- Los anuncios no los hace el CNE. Toda la data la maneja y la publica la MUD. No hay testigos en las mesas que representen intereses contrarios a un posible inflado de las cifras de electores. Una vez que se ha definido el ganador, es muy sencillo ponerse de acuerdo entre todos: señores, ganó Enrique Capriles con x%, segundo Pablo Pérez con y%, tercera Maricori con z%. Vamos a mantenerles ese porcentaje a cada uno pero vamos a inflar las cifras numéricas (no porcentuales), es decir, el número de votantes (eso no cambia el resultado), lo cual nos conviene a todos, pues incluso los candidatos aparecen con más votos de los que puedan tener: es un golpe publicitario muy bueno, y así asustamos al gobierno. Es algo así como repartir los votos sin testigos, cuando nos quitaban votos del MAS o los de la Causa R y se los repartían AD y COPEI en las mesas donde no teníamos testigos en el momento del escrutinio y la totalización (Acta mata voto). En el camino, puedo cambiar los números en el boletín que va a leer la encargada electoral de la MUD (“¡Di que fueron tres millones!”), y a ella no le importa decir que son 5 millones, su obsesión es sacar a Chávez. Allí no hay objetividad, sino deseo (whisful thinking).

9.- No hay manera de probar una tesis o la otra: actas y cuadernos de votación ya han sido incinerados. Antes uno podía impugnar las actas y pedir revisión. En este caso tendremos que confiar en la palabra de Ramos Allup, de Diego Arria, de Maricori, de Pablo Medina…

10.- Al gobierno le conviene reconocer esos 3 millones. La oposición se confía (o se mojonea), y así se desmoviliza. Se sobreestima, y así los indecisos y los ni-ni no sienten la responsabilidad de ir a votar el 7 de octubre porque supuestamente Capriles no los necesita. Chávez está enfermo, le conviene pasar por debajito y luego venir calladito a noquear a Radonsky. Conociéndolo, esa puede ser su estrategia.

11.- Si yo fuera asesor o estratega de la oposición (y no lo soy), partiría de la tesis del 1.300.000 (moderada) para pensar en crecer entre el sector indeciso y los chavistas decepcionados y así ganar. Pero insisto en que 7% es un número excelente para unas primarias, un tremendo piso para arrancar una campaña presidencial.

12.- Radonsky estuvo bien en el discurso de anoche. En algún momento, se puso emocional, casi comienza a hacer una narrativa épica, sentimental, de la que siempre se ha dicho (Schemel, p.e.) es la que requiere para enamorar a los chavistas decepcionados y ganar. Pero en un momento determinado se arrepintió y volvió a la tecnocracia. En realidad, ganar o perder en este momento depende de él, de su transformación a partir del triunfo de ayer. Si se transfigura en un “elegido” un “santón” un “preacher” que conmueve a las masas con su verbo, puede derrotar a un Chávez enfermo, con un gobierno desprestigiado, y una población cansada. Pero tiene que convencer de que es mejor que Chávez. Pues aunque la gente acepta que el gobierno va mal, el 60% todavía dice que Chávez es el mejor para ese puesto.

13.- En resumen, quería decirles que lo peor que puede hacer una oposición seria es caerse a cobas con estos números electorales tan bizarros. Es mejor ser prudente, realista, moderado, y no envanecerse, como están hoy los voceros de la oposición en los medios. Los electores son rencorosos, castigan duramente las actitudes que no les gustan.



PD: Una amiga muy inteligente me señala que se trataba de una cadena de producción, un modelo T-Ford para votar: mientras unos eran chequeados, otros pulsaban su voto, otros estaban en la cajita o urna depositando la papeleta, otros estaban firmando. La amiga, que es super-digital, dice que se tardó un minuto. Como no todo el mundo es super digital y brillante como ella, vamos a promediar, y digamos que se demoraron no 3 minutos (lerdos) ni 1 minuto (pilas): digamos que se demoraron minuto y medio: eso duplica los electores, empleando condiciones hiper-excepcionales de votación: 2.520.000 electores, pero no 3.000.000.

Nótese que 3.000.000 es el 20% del padrón electoral. No conozco casos donde en unas primarias se haya superado el 10%, aunque supongo que el Dr. Friedrich Welsch me puede corregir: pero si existen deben ser muy pocos en la historia reciente en todo el mundo, incluyendo Venezuela.

Para que 3 millones de personas votaran en 7000 máquinas en 9 horas (sin demoras de ninguna clase, tipo Alemania), tendrían que votar “x” personas en cada máquina, con un tiempo “y” en cada sufragio. Despejemos esta divertida ecuación simple de dos incógnitas.

3.000.000 entre 7.000 = 428 votantes por máquina. (Había muchos centros y máquinas con 2.000 electores y más…)

428 electores promedio entre 9 horas continuas y perfectas de votación o sea, entre 540 minutos te da: 0,79. Digamos, cada elector empleó el 80% de un minuto (siempre redondeo hacia arriba, a favor de la tesis multitudinaria y del correcaminos): 60 seg = 100% / x seg = 80%: 60 x 80 sobre 100 = 48 segundos.

¿Cómo pueden 3 millones de personas votar en 48 segundos, en 9 horas ininterrumpidas, sin ningún retraso, una maquinaria perfecta y continua, un modelo T-Ford de votación más preciso que una fábrica alemana o japonesa, con absoluto quórum en las mesas? ¿No había ningún viejito que se demorara minuto y medio? ¿No hubo ningún retraso?

Como Condorito, exijo una explicación.



Argumentos que ya han empleado en contra de estos números:

1.- Tú eres chavista (falacia ad hominem)

2.- ¡Cállate güebón, que perjudicas a la oposición y le haces un favor a Chávez¡ (falacia no clasificada por Irving M. Copy)

Óscar Reyes Matute

Ex-filósofo y ex-investigador de teoría democrática en la UCAB

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